viernes, 19 de marzo de 2021

Fragmentos

 Cuando nos partimos en mil pedazos, intentamos, como en un primer acto de rescate, levantar todas las piezas y armarnos, apresuradamente, intentamos volver a reubicar cada fragmento de lo que alguna vez fuimos, buscamos ver otra vez, la imagen completa.

Pero, cuando el tiempo pasa, empezamos a notar, que esos pedazos ya no encajan igual.
Hace rato, qué en lo personal, voy intentando acomodar cada trozo de mí.
Hace un tiempo, creía que lo había logrado, pero bastó con respirar más profundo de lo que venía haciendo, para darme cuenta con cuanta fragilidad había reubicado las piezas.
Bastó un suspiro profundo, para volver a partirme otra vez en mil pedazos. Para explotar, para que todo eso contenido, todo eso que, cuesta cargar, salga otra vez, quizás, solo para demostrar que todavía no había sanado.
Muchas veces, me tocó rearmar lo que quedaba de mí. Pero, no sé, por qué, esta vez me cuesta tanto.
Hay días, en los que me muevo por inercia, esa inercia absurda que aparece de golpe, quizás, porque quienes te quieren, te dicen que debes seguir. Y uno entra en esa...
¡Tengo que seguir, porque yo puedo!
¡Es lo que me dicen!
Pero muchas veces, me despierto y no puedo, realmente, no sé por dónde empezar.
Lo rutinario, se sostiene solo. Es así, nos tenemos que despertar, mantener la imagen personal lo más intacta posible. Trabajar, seguir... Poner cara de que todo está bien. Simular una sonrisa para la foto!
Actuar que podemos y que seguimos completos.
Podemos engañar al resto, pero lo más difícil, es engañarse a uno mismo. Si solo basta con mirarse al espejo y ver que ese reflejo, no es real. Que por dentro de esa coraza de "Yo con esto, también puedo", no podemos nada, por
que ahí, bien adentro nuestro estamos apichonados, hechos un bollito, tirados en alguna esquina, sin saber cómo salir. Esperando que nos rescaten.
Y ahí, otra cruda verdad. Nadie rescata a nadie, nos rescatamos solos. Nos rescatamos, cuando asumimos que no podemos con todo, que está bien pedir ayuda. También, es válido si sanar, te toma más tiempo del que otros, consideran normal. Que está bien, que si algo te daño tanto, olvidarlo cueste más.
Está bien no sanar de la noche a la mañana. Está bien, sentir que tus sueños, se desmoronaron. Que tanto amor, nos pudo partir en mil pedazos. Soy humana.
Está bien, sentirse frustrado por eso que no se dio y que tanto peleaste y no pudo ser. Está bien, que se te haga un nudo en la garganta con cada recuerdo. Bueno o malo.
Aprendí que en la vida, no todo se soluciona pasando página.
No, no es verdad. Podemos pasar página, volver a escribir una nueva historia, pero si no sanamos eso que tanto nos rompió, no podremos avanzar.
Porque creo yo, que lo que pasamos por alto o Intentamos olvidar, en algún momento de nuestra vida, vuelve. Quizás mediante recuerdos, quizás con la vida misma y su puta manera de hacernos dar cuenta, cuando algo no está del todo resuelto.
Al principio, sentía que el tic tac, me pisaba los talones, quería sanar más rápido que el tiempo mismo.
Me veía arrancando de nuevo, a mi edad (y no vengan con el sos joven, porque si alguien nos condiciona, es la sociedad), me vi, empezando de cero, sin saber para donde encarar. Y cargando en la mochila ese montón de sueños, que quedaron ahí, inconclusos. Porque realmente, esa es la parte más difícil de enfrentar. Lo que cargamos en la mochila, los sueños, las ganas, la esperanza, el amor (aunque este no sea recíproco).
También las frustraciones y no voy a mentir, aún no sé por dónde empezar.
Y ese mismo tic tac, al que quise engañar, tiempo después, me demostró que él era quién me había ganado.
Y ya no me da miedo el tiempo. Ni mostrarme, como realmente estoy.
No me da miedo sentirme así.
Por qué volví a explotar y ahora, tengo una nueva oportunidad para volver a reubicar cada una de las piezas. Esta vez, entendí que nadie me apura. Nadie me corre. Soy la única dueña de mi tiempo. Sé que va a dejar de doler. Pero yo soy así... Mas lenta.
Me cuesta, quizás, mis emociones son demasiado Intensas, yo soy intensa. Pero soy esto. También soy esto...

La vida es una enorme ecuación matemática

 Hace un rato, decidí regresar de un paseo, caminando a casa.

Me gusta reflexionar y escribir con la mente, sobre todo, cuando camino.
Mientras avanzaba a paso firme, me puse a pensar en la vida. En los caminos qué, para algunos, deparará el destino.
Fue en ese momento, en que mi cabeza empezó a relacionar las matemáticas con la vida misma.
Sería algo así:
La vida, es una enorme operación matemática, repleta de diferentes fórmulas, con un mismo objetivo. Llegar a despejar la "X".
Acto seguido a esa reflexión, recordé mi mal desempeño con dicha área en mi época escolar. Odiaba la materia.
Pero en fin, me detuve a escribir y no me quiero ir por las ramas.
Recuerdo que una profesora, cansada de mi ignorancia y poco entendimiento con la materia, me daba ejercicios y me decía: "antes de entregarlos, revisa las veces que sea necesario que el resultado, sea el correcto".
Claramente, siempre reprobé la materia.
Pero con el paso de los años y la edad, empecé a ver la vida de esta manera. Como una gran ecuación.
Hace un instante, cuando los pensamientos, venían a mí, hice un cálculo en frío, de mi última operación matemática. Recordé, que al inicio de mis cálculos, todo indicaba que estaba tan próxima a despejar la "X". Todo cerraba. Mi cambio de país, mi pareja, mi nueva vida. Sin embargo, con el correr del tiempo y los números más claros. Me di cuenta, que la fórmula aplicada hasta el momento, no arrojaría ningún resultado.
Fue así donde inicie un nuevo cálculo.
Quizás, la vida, se trate de eso. De ir resolviendo operaciones, cuya "X", solo podremos despejar al momento de dejar este mundo.
Mientras tanto, iremos resolviendo problemas, buscando arrojar los resultados más certeros y sobre todo, siendo conscientes de los esfuerzos aplicados, para así, quizás, luego de utilizar varias sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, podremos saber, si llegamos al resultado correcto.

A veces solo necesitamos una pausa..


Qué difícil es poner una pausa cuando sentimos que todo en nuestro entorno se vuelve abrumador.
Soy de esas personas que siente que, si se detiene, no avanza.
Pero lo loco de esto, es que muchas veces, creo que estoy avanzando, solo por el hecho de no detenerme. Y no me doy cuenta, que solo estoy ahí. Quizás, justamente, por no poner una pausa. Por dejar que mis actos impulsivos seas más intensos, por no frenar en esos momentos donde la ansiedad pide a gritos que nos detengamos dos minutos, al menos, para respirar.
Hay que aprender a poner pausa y no sentir culpa en el intento.
Cuando nuestras emociones se alborotan, es fundamental sentarnos con ellas y dialogar. Escucharse.
Es necesario y recomendable tomarse el tiempo.
Pararse frente al espejo, si es necesario y mirarse...
¡Mirarse mucho!
Hace un tiempo, hice este ejercicio.
Me tomé esos minutos de pararme frente al espejo, me miré como hacía mucho tiempo no lo hacía...
Fue muy extraño, me encontré tan diferente, vi el paso del tiempo. Esa pausa me mostró todo aquello que no quería ver.
Note que mi mirada no era la misma, no tenía la misma expresión. Desde que tengo uso de razón, mi frente tiene una marca, una línea de expresión, siempre fui muy "chicata", lo que me obligó a forzar mi vista, volviendo esa línea más profunda. El ceño fruncido hace que sea más visible. Fue ahí, cuando note que esa línea, estaba súper marcada. Noté que no estaba siendo del todo feliz.
Pero tuve que tomarme esa pausa para poder aceptar.
No hablo de mirarnos como cuando nos maquillamos, peinamos, etc. Hablo de mirarte con conciencia, buscar tu mirada en el reflejo y ver que te dice.
Los resultados traerán acciones, las acciones nuevos caminos y sobre todo, mucho aprendizaje.
Detenernos, encontrarnos, preguntarnos hacía dónde vamos, muchas veces puede ser incómodo, pero sin duda, a mi entender, enfrentar con la frente en alto esas incomodidades, harán que el día de mañana, todo sea mejor, más sano y más satisfactorio el andar. Sin cargas extras.
Pero sobre todo, poner pausa ayuda a conocernos más a nosotros mismos.
Es tan importante aceptarnos, sobre todo, en esos momentos que estamos solos. Acompañados de nuestro reflejo. Ahí, no hay a quién podamos ocultarle la verdad, ni engañar, somos ese reflejo.
Y por mi forma de ser, es fundamental poder mirarme en un espejo y sentir que ese reflejo si soy yo, con virtudes y defectos, pero es el mío. Y mi miedo más grande es aparentar ser alguien que no soy. Es dejar de ser yo para ser aceptada.

Texto para Diego Armando Maradona

 Y un día, no quiso dar más batalla y se entregó.

Finalmente, el 25 de noviembre, del año 2020
falleció Diego Armando Maradona.
El ídolo de muchos a nivel mundial y en mi humilde opinión, dueño de la zurda más brillante de la historia del fútbol.
Una persona, de carne y hueso. Un mortal.
Con virtudes, con defectos.
Desde ayer, cuando me enteré de la noticia, por mi cabeza pasaron un sinfín de pensamientos.
Me pregunté para mis adentros tantas cosas...
Tengo muy claro, que en muchas cuestiones, no coincidía con su forma de pensar /actuar.
La verdad, a nivel deportivo, no tengo dudas que fue un grande, para mí, el mejor.
Disfruté verlo jugar, grité sus goles, con la selección y con mi amado Boca.
Y no digo esto solo por qué sea Argentina.
Tuve la suerte, por mi edad, de poder verlo jugar.
Qué simple parecía el dominio de la pelota entre esas piernas. ¡Qué agilidad!
Me tomé mi tiempo, para escuchar lo que decía la gente. No por que me interese en la opinión de los demás sobre Maradona. No me interesa en lo más mínimo.
Me interesa ver qué tan arrogantes somos a la hora de opinar de valores para con los demás.
Yo no tengo la capacidad de hacer un juicio de los mismos sobre la vida y las decisiones de nadie, esté o no de acuerdo.
Anoche, cuando escuchaba a la "12", allá en casa rosada, hacer sonar las estrofas del himno nacional argentino, miré a mi alrededor y me detuve un momento.
Pensé, fueron unos instantes en los que me fui...
¿Qué difícil debe haber sido su vida, no?
¿Quién puede ser capaz de juzgarlo?
No seamos hipócritas.
Escuché varios comentarios, buenos, malos. De todos tipo.
La realidad es que no era ningún dios. Era un ser de carne y hueso, un mortal más.
Fue un hombre que paso de ser un chico que pateaba la redonda en Villa Fiorito, a ser el jugador más conocido del mundo.
Cuántos de nosotros, los argentinos, al decir en el exterior nuestra nacionalidad, escuchamos una respuesta similar a esta: "Argentina, si. El país dónde nació Maradona,".
¡A mi, me paso!
¡No hace falta ser un historiador, para saber de dónde salió "pelusa" y hasta dónde llegó!
Hay quienes no piensan así, no se identifican con él, creen que fue un tipo, que las tuvo todas.
Y yo me preguntó, al día de hoy, realmente las tuvo todas?
Fama, dinero, mujeres, personas que se acercaron a el por su fama, intereses y adicciones que lo llevaron a una temprano y desolado final.
¿Ustedes, realmente, creen que eso es tenerlo todo?
Un tipo, que durante casi toda su vida, cargó en su mochila, el peso de ser "la mano de dios", en número 1, entre otros miles de adjetivos calificativos. El más conocido del planeta.
Una persona, vulnerable, defectuosa, pero creo yo, que auténtico. Por qué aún, cuando decía cosas o hacia cosas, que yo, en lo personal no comparto, era auténtico.
Un tipo, que desde muy joven no podía salir de su casa, sin tener amontonados periodistas, hinchas, etc.
Un tipo que tuvo, para mi pensar, que formar una coraza para protegerse de el mismo. Escuché tantas cosas, pero algo me sorprendió mucho. Al escuchar a sus compañeros, a esas personas, con las que Diego compartió algo más que un partido.
Todos ellos, hablaron de un Diego simple, austero...
Un Diego, puro corazón.
Es ahí, dónde realmente, me agarra pena.
Dónde realmente, pienso... Quién soy yo para juzgar?, desde que lugar, puedo opinar y emitir un juicio de valores?. La verdad, yo no lo conocí jamás, no tuve la capacidad de ver que le generaba alegrías, angustias, ira... ¿Desde que lugar podría hacerlo?
Se lo que saben muchos, mediante redes sociales, entrevistas, notas, mediante las miles de jugadas que nos dejó, su carrera deportiva.
Yo no quiero ser hipócrita. No puedo, lo siento si alguno sale defraudado al leer esto.
Diego, solo puedo decirte, mediante estas líneas, que gracias a vos, en parte entendí lo que es el fútbol. Porque verte jugar, siempre va a ser uno de mis grandes recuerdos.
Fuiste un deportista, que a mi país, lo supo poner, a nivel deportivo, en la cima del mundo.
De tu vida personal y de tu accionar, no puedo opinar. No te conocí.
No estuve en tus zapatos, ni caminé tu camino ...
Desconozco por completo tus dolencias.
Como Argentina, te agradezco por despertar tanta pasión por un deporte.
Espero, que finalmente, puedas descansar en paz.
¡Buen viaje, Barrilete Cósmico!

Como un rompecabezas…


En este momento de mi vida, me siento un rompecabezas sin armar.
Soy un gran puñado de piezas revueltas, buscando encajar para poder así ver otra vez una imagen nítida de lo que alguna vez fui.
Los cambios siempre fueron un completo desafío para mí. Al principio me cuestan horrores.
Metafóricamente hablando, aquí estoy,
separando las piezas, empecé por aquellas que tienen una cara recta, para formar los bordes, lo que sería mi círculo de contención.
Para poder unir todo, regresé a mi país, con mi familia, mis amigos, buscando esa contención que necesitamos cuando nos desarmamos por completo.
Regrese en un contexto especial, mi Buenos Aires querido te volví a ver y ambos estamos tan desarmados…
Pero aquí estoy!
Siempre consideré que era una "mujer luchona", de esas que no importaba que sucedía, siempre seguía ahí, con quejas, pero sonriendo y poniéndole el pecho al asunto. (ponerle el pecho es un decir… cualquiera que me conoce, sabe que olvidé mis tetas en el útero materno).
En fin, le tengo que poner humor, sea como sea, eso siempre fue parte de mi.
Pero ya me fui por las ramas…
Estoy en un duelo sentimental, los duelos también son algo que me cuestan mucho, sobre todo, esos duelos que uno debe hacer, aún con y por amor.
Me paso cuando viaje a Uruguay , mi mayor duelo, fue soltar mi país, mis amistades y familia. Se que puede sonar exagerado, pero cuando estás fuera, los detalles que pasamos por alto en lo cotidiano, como las juntadas familiares de imprevisto, los almuerzos, los sabores, las juntadas con amigos,las risas de los sobrinos, todo eso se vuelve un duelo.
Hoy mi duelo es diferente, mi rompecabezas se desarmó una vez más, pero esta vez, para acomodar piezas que no encajaban.
En el amor, cuando los caminos contienen bifurcación y las metas no son las mismas. Cuando nosotros ya no somos los mismos hay que aprender a hacerse a un costado.
Eso es importante, nunca hay que dejar de ser nítido, nunca debemos dejar que nuestras piezas se desacomoden y muestren un reflejo erróneo. Tenemos que ser muy cuidadosos.
Hoy miro mi caja, buscando ese reflejo de lo que era, cuidadosamente empiezo a acomodar mis piezas, tratando de que encajen sin esfuerzo. Y se que tengo que ser cuidadosa, porque cuando nos desarmamos tantas veces, es normal que algunas piezas tengan imperfecciones.
Quise escribir utilizando como ejemplo un rompecabezas, porque realmente así me siento.
De chica, pasaba horas armando rompecabezas de muchas piezas, armaba y desarmaba el mismo muchas veces. Y a medida que pasaba el tiempo y volvía a armarlo, las piezas encajaban distinto, algunas perdían su color.
Cuando nosotros nos desarmamos, quedamos con marcas y secuelas.
Lo importante, es tomarnos el tiempo necesario para poder poner cada pieza en su lugar. Con paciencia, cuidado y amor…
No importa cuánto tiempo me llevará terminar de completar mi imagen, solo importa empezar.
¡Siempre lo más importante es empezar!